Las fritadas de San Blas

El tradicional barrio de San Blas, que es una de las puertas al Centro Histórico de Quito, alberga al "restaurante Blanquita", donde se puede disfrutar exquisitas fritadas, costillas de cerdo y locros.

¿Qué debes saber?

  • El barrio de San Blas es conocido como la Puerta de entrada del Centro Histórico de Quito, pues la Av. 10 de agosto que viene del norte, llega a una peculiar esquina en donde se ubica una pequeña plaza, "la de San Blas"; en donde literalmente nacen las calles Guayaquil y Pichincha que atraviesan el centro histórico, uno de los lugares turísticos más relevantes de Quito.
  • A media cuadra de la plaza se encuentra Blanquita, que desde los años 70 ofrece las más ricas fritadas de la ciudad de Quito, que ostentan un sazón inconfundible.
  • Además de la peculiar sazón que se conserva como un secreto familiar, los platos típicos se elaboran con productos de altísima calidad.
  • Las papas, por ejemplo, se consiguen de productores que no utilizan químicos para su cultivo.
  • Para la preparación de la fritada, Blanquita y su hijo se levantan a las tres de la mañana y comienzan a preparar la carne de cerdo.
  • Su madre cocina las papas, costillas y locros desde las cuatro de la mañana, y desde las siete arreglan el local que abre sus puertas al público a las diez y media, aunque hay personas que esperan desde las 9h30. 
    • Dirección: Pedro Fermín Cevallos entre Oriente y Antepara
    • La estación de la Alameda del Metro de Quito se encuentra a 7 cuadras de la Plaza de San Blas.
    • Horarios: De lunes a sábado de 10h30 a 17h30 y los domingos de 11h00 a 15h00.

Los sabores de San Blas

  • Este emprendimiento comenzó hace cuarenta años en la calle Esmeraldas y Montúfar, donde la señora Blanca Sarabia, oriunda de Latacunga, tenía una bodega de papas.
  • Inició el negocio de comidas preparadas con la venta de papas con mapawira (grasa de cerdo con pequeños trozos del mismo animal cocinado), primero con diez libras y luego ampliando la venta a medida que se iba ganando el aprecio de los comensales.
  • Cuando logró cierta fama, puso en práctica los conocimientos que había heredado de su madrina en su natal ciudad y ofreció fritadas.
  • Este producto le ha permitido ampliar su negocio y en la actualidad cuenta con un amplio local que recibe diariamente a vecinos de barrio de San Blas y de toda la ciudad.
  • Actualmente Blanquita, cuenta con la ayuda de su hijo Pablo Molina de veintiocho años, quien se graduó de gastronomía y ha hecho postgrados en alta cocina inspirado en el esfuerzo de su madre y con el objetivo de dar mayor realce a los platos tradicionales.
  • De la mano de Pablo, el restaurante Blanquita se ha conformado como una marca y la administración del negocio se ha dado de una forma más empresarial.
  • Además de la peculiar sazón que se conserva como un secreto familiar, Pablo señala que el utilizar buenos productos ha hecho que crezca el negocio.
  • Las papas, por ejemplo, se consiguen de productores que no utilicen químicos para su cultivo.
  • Para la preparación de la fritada, el joven propietario se levanta a las tres de la mañana y comienza a preparar la carne de cerdo.
  • Su madre cocina las papas, costillas y locros desde las cuatro de la mañana, y desde las siete arreglan el local que abre sus puertas al público a las diez, aunque hay personas que esperan desde las 9h30. 

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