Poncheros de carreta de Quito

En la calle de las 7 cruces podrá encontrar a los poncheros que bien uniformados de blanco y con sombrero marinero, comparten con los visitantes de la Carita de Dios, una bebida tradicional quiteña, conoce este oficio tradicional de Quito.

¿Qué debes saber?

  • El oficio tradicional quiteño del "Ponchero de Carreta" se remonta a 1755, cuando la bebida "Punci" se introdujo en la ciudad y hoy se mantiene vivo en el Centro Histórico de Quito, principal lugar turístico de Quito.
  • Esta bebida, también conocida como ponche, se convirtió rápidamente en una favorita entre sacerdotes, frailes, monjas y nobles de la época. Inicialmente, se servía en vasos de cristal o copas de plata, y su consumo variaba desde el placer hasta su uso como remedio o bebida refrescante.
  • Con el tiempo, el ponche se volvió una bebida popular en los hogares quiteños, y su elaboración se convirtió en un oficio tradicional de Quito, arraigado en la cultura local.
  • Las recetas de ponches se diversificaron, con algunas incluyendo ingredientes como ron, aguardiente o malta de cerveza, lo que dio lugar a una amplia gama de variantes y sabores.
  • Entre las muchas formas de preparar el ponche, dos variedades destacan en el contexto quiteño: el "Ponchero de Carreta" y el "Ponche de Huevo".

¿Qué será lo que transportan en esas pequeñas carretas?

  • El "Ponchero de Carreta" solía ser una figura común en las calles del Centro Histórico de la ciudad de Quito. Vestidos con uniformes característicos, estos vendedores ambulantes recorrían las calles anunciando su producto a viva voz. Sin embargo, con el cambio de preferencias de los consumidores, especialmente entre los niños, esta tradición ha ido desapareciendo gradualmente.
  • A pesar de ello, más de 40 poncheros, como Ángel Remache, de la "Asociación de Poncheros La Magolita", continúan manteniendo viva esta práctica centenaria. Con su impecable uniforme blanco, boina del mismo color y carrito de madera, estos dedicados vendedores ofrecen su deliciosa bebida desde tempranas horas de la mañana hasta la tarde, a pesar de no tener un puesto fijo. Utilizando una receta que ha sido transmitida de generación en generación, el ponche se prepara con malta, huevo, azúcar y vainilla, creando una bebida espumosa de color blanco que puede disfrutarse sola o con un jarabe de mora.
  • José nos cuenta que cada día vende alrededor de 50 vasitos de ponche, cada uno a un precio de 0,50 centavos, y que tradicionalmente se sirve en una fundita cuando el cliente lo solicita. Aunque el oficio de ponchero está perdiendo adeptos, José y sus colegas están comprometidos a preservar esta tradición, que tiene más de 200 años de historia en la ciudad.

¿Ponche de huevo?

  • Por otro lado, el "Ponche de Huevo" es una preparación más elaborada y solemne, que solía servirse en ocasiones especiales como reuniones familiares o celebraciones navideñas. Esta variante incluye ingredientes como leche, huevos, canela, azúcar y vainilla, creando una bebida caliente con un aroma y sabor únicos.
  • El ponche es un regalo de la tradición quiteña, que se ha mantenido hasta nuestros tiempos gracias al esfuerzo y dedicación de los poncheros. Aunque su popularidad ha disminuido con el tiempo, sigue siendo una parte importante del patrimonio cultural de la ciudad.
  • El Centro Histórico de Quito, como epicentro de estas tradiciones, continúa siendo un lugar donde se pueden encontrar estas delicias culinarias y donde se mantiene viva la memoria de épocas pasadas. A medida que la ciudad evoluciona, es importante preservar estas tradiciones únicas que hacen de Quito un destino turístico incomparable.
  • Cuando visites el Centro Histórico de Quito, no dejes de disfrutar de un delicioso ponche, ya sea el tradicional "Ponchero de Carreta" o el más refinado "Ponche de Huevo". Estas bebidas son más que simples preparaciones; son símbolos de la rica historia y cultura de esta hermosa ciudad.

Oficios tradicionales en la calle de las 7 Cruces

La calle García Moreno y Rocafuerte, inconfundible por el Arco de La Reina que marca la esquina del Museo del Carmen Alto y del Museo de la Ciudad, es el punto de partida para recorrer rumbo al norte, una ruta de oficios llena de sabores, recetas magistrales y sombreros.

  • Tienda del Carmen Alto. Al pie del Arco de la Reina, las madres carmelitas descalzas mantienen en la puerta de su museo una tienda donde comercializan los productos que fabrican al interior de sus conventos.
  • La Sombraría López. Luis López, a la altura de la calle Bolívar en el C.C. La Manzana, ofrece sombreros cordobeses, franceses, italianos, así como los ecuatorianos como los salasacas y saraguros.
  • Botica Alemana. Leonardo Puertas, en la esquina de la Calle Bolívar, mantiene esta botica que desde 1875 se estableció en Ecuador y que para 1914 era una las 13 farmacias que atendían en Quito.
  • Espumillas de la Michelena. Cerquita de los poncheros, fácilmente encontrarás a las espumilleras, que con la misma elegancia, rondan la Plaza Grande. Magdalena Moya, a media cuadra de la Plaza Grande, mantiene desde hace más de 50 años su local de Espumillas de la Michelena, conservando el nombre del barrio donde empezó su negocio. 
  • Tienda de la Inmaculada Concepción. Las madres conceptas en la esquina de la Plaza Grande, mantienen la tradición de elaborar ropa para los Niños Dios que reciben misas en diciembre y enero, además la tradición de proveer shampoos, jarabes, hostias, vino, escapularios y denarios de la Inmaculada, que poseen beneficiosas propiedades y protección garantizada.
  • Tienda del Carmen Bajo. Las madres carmelitas una cuadra más al oriente de la Plaza Grande, en la calle Olmedo y Venezuela mantienen la centenaría tradición de venta de vino de consagrar, jarabes para la tos, el hígado graso, la gastrítis, en cremas tienen la rosada, para la hermorroides, la artritis y las várices y hasta un jarabe para la memoria.
  • Tienda de la Encarnación de San Juan. Las madres agustinas siete cuadras al norte de la Plaza Grande, en la calle Benalcazar y Carchi, junto a la Basílica del Voto Nacional, también tienen su tienda. Famosas son sus líneas de repostería con manjares quiteños que mantienen los sabores tradicionales de los pasteles, moncaibas y chocolates coloniales, así como su línea cosmética que con agua de rosas y champús de romero, le ha permitido mantener por siglos a una fiel clientela.

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