Don Vicente Sánchez
Un comerciante con alma de agricultor
La tarde se ha vuelto taciturna, un frío tenue va llegando con el viento y contagia con su bruma el espíritu. Antes que recogerse a meditar en solitario, es mejor salir a buscar en la calle el diálogo abierto de un amigo y encontrar en el espacio, palabras que perduran más allá de las horas.
Postales del Ayer
La conversación con alguien que tiene el don de transformar la palabra en un fluir constante de ideas que siempre guardan armonía entre lo que se piensa y lo que se dice, convierten a una charla en algo provechoso, más aún si se matiza con algo de jocosidad, producto de una intrínseca naturalidad. Don Vicente es uno de aquellas personas que tienen ese don ameno de conversar. Cuando se dialoga con él, las palabras y frases salen de nuestro repertorio como un fluir de algo natural que convierten los minutos en segundos y el tiempo en un vuelo rápido. Siempre fue así. Cuando llegábamos a su almacén, nos atendía con esa cordialidad que era propia de su persona. Parecía que estaba serio, pero en cualquier momento salia de él alguna frase que hacía despertar sonrisas.
Personaje de Baños
Hoy, cuando han pasado muchos años y se encuentra en una plática constante con la vida. sigue siendo ei mismo de siempre aunque repentinamente sus ojos quieren llenarse de tristeza al recordar a su esposa, a quien casi cada día la visita, para depositar en su tumba sus recuerdos.
Cada vez que acudo a su casa está trabajando en su huerta. Siempre le gustó la agricultura, desde tiempos en los cuales acompañaba a su padre a cortar la caña de los cañaverales de su propiedad y "se fue haciendo hombre“ sudando de sol a sol. Él mismo se encarga de podar las plantas de mandarina y aguacate que cultiva, de curarlas y de darles el cuidado necesario. Estar en su huerta es su pasatiempo favorito desde que se retiró del comercio.
Para don Vicente, el comercio es la actividad más importante de la vida. Esta idea quiso inculcares a sus hijos, pero etilos optaron por seguir carreras universitarias; solamente Teresita siguió su ejemplo y pasó a administrar el almacén que siempre fue su orgullo.
Comenzó siendo muy joven con una tienda pequeña que a fuerza de su empeño se fue agrandando y tuvo que arrendar otro local en la casa de don Clodomiro Varela, en las calles Haifians y Oriente. De ahí pasaría a su propia casa, una cuadra más arriba, en las calles Oriente y Pedro Vicente Maldonado. Aquellos tiempos fueron los mejores de su vida porque su almacén fue creciendo al ritmo que él quería, hasta convertirse en uno de los mejores de Baños de Agua Santa.
Todo se encontraba allí. era io que hoy se conoce como un supermercado. El secreto de su crecimiento nos dice que fue su forma de pensar a favor del cliente. cuando la gente preguntaba por algún artículo y vela que repetían el pedido y no lo tenia, a ia semana siguiente ya se encontraba en sus perchas y satisfacía las necesidades de la clientela y él también quedaba complacido porque sabia que volverían a visitarle.
Con el paso del tiempo construyó la pensión Teresita y ahí puso su almacén. AI principio pensó que disminuiría su clientela, pero no fue así, más bien creció porque le permitió atenderla de mejor forma.
Los años fueron pasando y sintió la necesidad de retirarse de Ia actividad comercial para refugiarse en la paz de una casa cómoda, rodeada de plantas como a el le gusta, sin presentir que la vida ie iba a ser esquiva al quitarle a su compañera de tantos años, con la cual formó una familia compuesta de cuatro hijos: dos varones, Galo y Luis y dos mujeres, Teresa y Elena, de los cuales vive agradecido por los cuidados que supieron darle a su esposa en su enfermedad y por la preocupación constante que manifiestan hacia él.
Desde el momento en que se llega a su casa se siente ese afecto característico de aquellas personas que valoran una amistad o una visita.
La conversación es amena, siempre están presentes los recuerdos. Con el sabor de unas copitas de aguardiente compuesto, de "ese que tomaba con su compadre querido,
Marciano Ortiz, para amenizar una noche de tertulia", nos explayamos en una plática de la
que al final sigo aprendiendo, algo de su experiencias sobretodo, de esa fortaleza de espíritu que comunica en cada una de sus expresiones
Don Vicente es un ejemplo de constancia, de trabajo, de esfuerzo, de capacidad e inteligencia, porque supo forjar desde muy joven un camino de éxitos que se fueron haciendo mas grandes cada día. El esta siempre satisfecho con lo que ha hecho, está siempre agradecido con Dios y aun hoy, cuando la soledad es su compañera. el no se encuentra triste, porque sabe que la vida siempre deja satisfacciones
Autor: Rodrigo Herrera Cañar
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