David Moscoso el pintor contemporáneo
“EL PAISAJE ES LA GÉNESIS QUE DEFINE NUESTRA IDENTIDAD”, EL PINTOR CONTEMPORÁNEO DAVID MOSCOSO
18 Julio , 2018 / Por: Miranda
¿Qué tienen en común Alexander Von Humboldt, Frederic Church y David Moscoso? A Ecuador como escenario para sus investigaciones científicas y creaciones artísticas. Les une esa diversidad geográfica, regional, étnica, cultural que encuentran a cada paso como motivo absoluto para sus obras más relevantes.
Alexander Von Humboldt considerado “padre de la geografía universal” recorrió prácticamente todo el callejón andino ecuatoriano en 1802, realizando mediciones de montañas y recogiendo especies vegetales. Su estudio visibilizó la avenida de los volcanes con más de 300 km de largo y 50 km de ancho, conformado por más de 70 volcanes activos e inactivos.
Las investigaciones de Humboldt inspiraron al pintor paisajista Frederic Church a visitar Ecuador en 1857. Sus pinturas reflejan la imponencia y luminosidad de los volcanes: Cotopaxi, Chimborazo y Cayambe. Su obra “El corazón de Los Andes” denota un ejercicio académico al mostrar especies de plantas y animales con una precisión en sus trazos que permiten identificar con facilidad.
¿Y David Moscoso? Para el artista ambateño Humboldt y Church le impulsaron el deseo de plasmar cada rincón del Ecuador, utilizando técnicas acuñadas en la investigación para probar estilos y puntos de referencia, de asombrosa complejidad, que distingue su trabajo pictórico y también escultórico.
Experimento del color y la química del material
Más allá de sus referentes, Moscoso se consagra como uno de los pioneros del paisajismo en Ecuador. A la edad de 15 años, tan solo un año después de que su madre impulsara su carrera a través de la acuarela, la tempera y el acrílico, David experimentaría con el color a través el oleo al que califica como “un material mayor” digno de estudio para entenderlo y aplicarlo.
Autodidacta, apegado a la observación y a la investigación, recuerda sus primeros trazos con Miriam Freire y el italiano Ricardo Sartori (pintor oficial de Juan Pablo II), cuando las preguntas eran remplazadas por la indagación en movimientos y colores empleados, que serían reforzados aún más con la visita a museos de Quito y Ambato.
Retrocedió en el tiempo para adquirir fórmulas y recetas de los pintores flamencos de Holanda del siglo XIV y las veladuras de Leonardo Da Vince, con el fin de crear una técnica mayúscula que no solo descanse en un estilo pictórico “vistoso”, sino que, en base a un estudio de resinas, química del material y perspectivas, magnifiquen la interpretación artística y sean más proclives a la aprobación cultural por parte de nosotros como ecuatorianos.
“El paisaje nos identifica, nos proporciona una visión real de país. El paisaje es la génesis que define nuestra identidad (…) cómo pensamos, qué comemos y qué usamos para vestirnos”, indica Moscoso, con voz pausada explica que “el arte es una parte fundamental para crear naciones, para cimentar lo que somos”.
“Church, con los estudios de Humboldt, creó impresionantes pinturas de nuestro país, que motivaron a más artista norteamericanos a descubrir Ecuador para retratarlo, conocer sus costumbres e introducirse por sus ondulantes valles, espejos de agua, selvas indómitas y conseguir la atmosfera necesaria para generar pinceladas perfectas de ese imaginario valorado por los otros”, afirma David.
Asegura que el arte es un punto de inflexión, “que nos permite reconocernos en el otro, y tal vez sea bueno, porque necesitamos reconocernos a nosotros mismos, identificarnos con el entorno”, asienta el artista.
El muralista, el caballete y el paisaje
“Mi vida se divide pintado en paredes o en lienzos con diferentes técnicas y estilos. Me debo apagar y volver a encender. Es una desconexión cerebral para dar paso al uno y dejar descansar al otro”, menciona Moscoso efusivo y convencido.
Su reto más grande es seguir dibujando a los Llangantes desde puntos frontales u oblicuos que juegan con la luz. Ya plasmó una obra de este remanso natural, pero ese rincón del país le arrastra a seguir observando y retratando desde varios puntos: “Me atrae su historia ancestral, el patrimonio natural, leyendas y enigmas que atesora. Además, podemos encontrar cuarzo una de mis piedras favoritas”. Cada 8 años crea obras y colecciones de esta área protegida ubicada en las provincias de Napo, Cotopaxi, Pastaza y Tungurahua.
Sin embargo, un muralista vive dentro de él. Su mayor obra fue en la Catedral de Ambato que exigió un esfuerzo físico, mental y emocional. Apostando a su visión creativa ratificó que Dios está presente en la naturaleza en cada río, montaña o paisaje. Cierto día, el Obispo Germán Pavón le pregunto ¿porque no hay santos en las figuras que dibujas en el mural? Moscoso respondió: “tenga fe Obispo todo va a salir bien”. Y así fue. La gracia de Dios y la cosmovisión andina unidas en consagración. Una obra única que transciende a otro nivel por formular un concepto de la fe católica en el mestizaje, en el sincretismo que prevalece en nuestra cultura.
Como muralista también trabaja en 4 bocetos alternos de la obra realizada por Church en 1857. En Guaranda se exhibirá este mural que retrata al volcán Chimborazo. La pintura del artista estadounidense data de hace más de 150 años, producto de su recorrido y exploración por Ecuador donde buscaba inspiración para sus obras más importantes, que hoy son símbolos del movimiento artístico llamado como la Escuela del Río Hudson de New York.
Cuestionar e innovar
Con sus obras transita por el mundo desde los 19 años. De Ecuador a Alemania, de Estados Unidos a Brasil sus colecciones son celebradas en galerías de artes por académicos, curadores y críticos.
David confía tanto en su oficio que camina con aplomo con mucha libertad y a su manera. Asombra con sus pinceladas de genialidad y, al mismo tiempo, genera una corriente paisajista que fue muy cuestionada en la década de los 90. “Todos querían ser Guayasamín. Todos querían hacer arte expresionista o abstracto que anteponían mucho el estilo y olvidaba la técnica”, aclara.
Para el ambateño la inspiración constituyen sus gurús creativos como: el quiteño Antonio Salas, el ambateño Luis Alfredo Martínez o el norteamericano Frederic Church. Es regresar a mirar un legado en la memoria patrimonial del país como fuente de inspiración artística.
“Debemos cuestionar e innovar para instar e inculcar a las futuras generaciones que en el paisaje nos reconocemos, somos, estamos, convivimos y es la máxima vertiente en la estética, que traza con pureza el paraíso que tanto promulgamos”, indica.
Actualmente, trabaja en una obra escultórica en cristal denominada “Óptika poétika”. Escultura en vidrio en tres dimensiones que se disuelve en la luz. La ciudad de Guayaquil albergará esta colección el 14 de noviembre de este año y solo se podrá apreciar ese día.
David Moscoso, con cada obra, nos dibuja un genio, un tipo de voz tranquila, disciplinado, trabajador, sencillo y seguro al hablar. Está pleno de reconocimientos y aclamaciones a nivel global. Un inspirador para nuevos talentos que cultiva una reputación colosal en circuitos artísticos internacionales, y sobre todo, un ecuatoriano que ama cada rincón del país. En lienzo o pared impregna nuestra cosmovisión y entorno para invitar al mundo a verificar porqué Ecuador es mágico y megadiverso
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