Edificio - Museo Numismático de Quito
Materiales y técnicas constructivas de la sede del Banco Central del Ecuador por cuarenta años materializan un hito en la arquitectura local de inicios del siglo XX. El diseño arranca en un anteproyecto presentado en 1916 por el arquitecto Francisco Durini Cáceres y su construcción concluye, en 1924, con un Premio Ornato que entrega la Municipalidad de Quito.
Ejemplo emblemático de la arquitectura ecléctica
En 1927, la sede del Banco Central del Ecuador se implanta en el radio de influencia de dos emblemáticos asientos y centros geográficos, prehispánicos y coloniales que poseen por acervo urbano ceremonial la plaza Mayor (hoy de La Independencia) y al noroeste, la plaza de San Francisco, sobre un significativo corredor meridional, flanqueado por barrancos, vía central equinoccial y paradigma posterior de una pujante zona comercial, administrativa-financiera y política de apreciable plusvalía en el Centro Histórico de Quito
Los inicios del siglo XX configuran una vocación tipológica por lo decorativo. Los edificios públicos y privados erigidos en Quito traslucen una fisonomía neoclásica, adherida a la geometría reticular colonial y eje ortogonal renacentista de imposición europea pero con un amaneramiento ecléctico con reminiscencias nativas que atiende a requerimientos, en algún caso particular; y en otros, fundido a la modesta arquitectura doméstica civil con esquemas, plantas y servicios funcionales anteriores.
Con signos que yuxtaponen lo nuevo y lo viejo, desde materiales que sustituyen y apelan a técnicas constructivas novedosas pero con apariencias y apropiaciones de lo conocido y aceptado, cautivan no solo a una élite económica y política.
Tal vez no exista en Quito un ejemplo más representativo de la modernidad que la antigua sede del Banco Central del Ecuador, contigua a una edificación representativa, simbólica de una orden que prioriza la formación intelectual y que encamina sus esfuerzos, según principios, a la perfección evangélica. En un momento que la nación experimenta una efervescencia social, paralelo al surgimiento de organizaciones políticas y sindicales, preludio causal de Revolución; un estreno de pertenencia que nace, cuando por ejemplo, el intelectual y maestro, Manuel Sánchez Baquero, escribe la letra de la canción Patria, Tierra Sagrada e invoca, en calidad de alegoría, a la hidalguía, cuando en realidad somos mestizos, indios, negros, cholos, montubios.
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