El goce de viajar por Ecuador

Los más propagados objetos del consumo turístico, los souvenirs, esconden una poderosa carga simbólica tras su aparente banalidad. estos artefactos que pululan en todos los escenarios turísticos son una forma de conocer un destino.

¿Qué debes saber?

Un viaje dura para siempre. Se queda grabado como un momento feliz en la memoria y, en cualquier momento, se hace presente: cuando vemos las fotos, sonreímos con los videos, nos ponemos aquel gracioso sombrero o usamos ese jarrito que compramos en la placita inolvidable.

  • Uno de los mercados artesanales más famosos del país se encuentra en la ciudad de Otavalo, a unas dos horas de la capital quiteña, en Imbabura. Esta urbe pluricultural conjuga una interesante oferta, que combina sitios patrimoniales, festividades tradicionales y gastronomía típica.
  • Esta feria, que se realiza desde hace décadas en la festiva Plaza de Ponchos, evoca los encendidos colores y llamativos matices andinos, entre telas llenas de figuras con diferentes tonos y texturas; también cuenta con un sinfín de bisutería, que se sumerge en una armoniosa composición de mullos con varios pigmentos típicos de la cultura indígena de la región.
  • Los tenderetes de madera, que se levantan cada mañana, también ofrecen figuras de barro, pinturas, orfebrería y mazapán, entre otros. Pero, sin duda, uno de los productos más comprados son los ponchos, un accesorio confeccionado en lana, perfecto para  los días fríos de cualquier ciudad. Aunque esta prenda es parte de una vestimenta ancestral, en la actualidad, se pueden encontrar varios diseños dignos de cualquier pasarela.
  • A unos 30 minutos hacia el norte, en la misma provincia de Imbabura, se encuentra la activa ciudad de Cotacachi. Levantada en las faldas del volcán que lleva el mismo nombre, esta localidad es una parada obligatoria en el recorrido de lagunas que ofrece toda la región. Pese a que su atractivo principal es la laguna de Cuicocha, en los últimos altos, los pobladores han trabajo arduamente para ser un icono de la moda en cuero.
  • En la calle 10 de Agosto, se encuentran los almacenes que exhiben las últimas tendencias en ropa y calzado; asimismo, la creatividad de los artesanos es notoria también en bolsos, monederos, correas y hasta llaveros de este material. Y es que el plus que tiene esta indumentaria es que el cuero es de primera calidad y se amolda a las formas del cuerpo con facilidad y sin mucho desgaste.
  • Una prenda de Cotacachi será un recuerdo que le durara muchos altos. Pero si tal vez lo suyo es una opción distinta, también puede encontrar souvenirs con reconocimiento internacional. Es el caso de las artesanías en tagua, conocida como "marfil vegetal", que son comercializadas en el exterior desde hace más de 50 altos. Aunque su principal uso ha sido en la fabricación de botones, en las ultimas décadas, los artesanos del país han encontrado en este material un molde para plasmar su imaginación.
  • La tagua se extrae de una palma, que se encuentra mayormente en las provincias de Esmeraldas y Manabí. Y aunque los adornos en este material están llenos de vida, las manos afroesmeraldeñas han centrado sus diseños en utensilios de caza, pesca y cocina, como son el mate —empleado para tomar agua— o la catanga —una herramienta para la captura de peces y camarones de río—.

Sin embargo, si hablamos de reconocimiento internacional, no podemos dejar de lado el sombrero de paja toquilla o "Panama Hat".

  • Su producción se remonta a más de 100 altos atrás y este hecho de una fibra natural que pertenece a la familia ciclantáceos, una planta endémica de Ecuador.
  • Su proceso de manufacture es totalmente a mano y casi siempre involucra a toda la familia de los artesanos, por to que sus conocimientos pasan de generación en generación.
  • Este producto ha sido testigo y fruto del encuentro de dos cultures, ya que antiguamente los nativos de la Costa usaban una especie de toca pan protegerse del sol; pero, con la llegada de los españoles y los sombreros, surgió una mezcla perfecta entre el material y el diseño.
  • Actualmente, los mejores sombreros se encuentran en Manabí, pues sus pobladores no solo han mantenido la tradición sino también han innovado los desafíos y los colores, para pasar de usar un sombrero clásico a un accesorio de alta costura, siempre conservando la frescura y la ligereza que lo caracteriza.

También podemos encontrar lugares que se quedan en nuestros recuerdos no solo por su belleza natural, sino por su aroma. Eso nos sucede cuando visitamos la bella Loja, una provincia llena de paisajes espectaculares.

  • Entre sus vanes se esconde una receta inigualable para producir uno de los mejores cafés de altura del mundo. Con una acidez aceptable y un excelente volumen, un dulzor intenso y bien balanceado, degustar de esta bebida es todo un placer para el paladar.
  • Los aromas despiertan nuevas experiencias sensoriales, por eso también es imprescindible visitar el Museo del Cacao, ubicado en el corazón de los quiteños. Desde aquí, nos trasladaremos a los años cincuenta cuando el cacao o la pepa de oro tuvo su boom.

El recorrido contempla una muestra de los diferentes sabores y aromas que tiene este producto y que varía según la región de la que proviene. Al final de este camino, no solo podrá encontrar chocolates de excelente calidad, sino también velas artesanales, jabones hechos a base de manteca de cacao y aceites esenciales, licor de cacao, mermeladas y otras sorpresas de chocolate.

Nuestra parada final es en la maravillosa provincia de Azuay, donde se encuentra un rincón perfecto para los amantes de las joyas: Chordeleg.

  • Este pequeño pueblo está ubicado a una hora al este de Cuenca y es famoso por su fina joyería en oro y plata. Sus distintos modelos en collares, brazaletes y aretes tienen un toque de realce y elegancia.
  • Nacionales y extranjeros que llegan a este lugar no solo por la producción de calidad, sino también por sus excelentes precios.

Seguramente parte del placer de viajar es, sencillamente, tener algo que contar, algo emocionante, divertido, romántico, inolvidable. Entonces se activa la nostalgia, vuela la memoria, nos asalta una sonrisa. Y hasta se escapa algún suspiro...




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