Bolívar Huilcarema: un par de pilas ray o vac fueron su primera venta
Bolívar Huilcarema, se ha constituido en un espacio de comercio y servicio para la comunidad, ha pasado más de medio siglo al frente de este emprendimiento, desde la primera venta, un par de pialas marca Ray o Vac.
Sus años de niñez y juventud vivió en el barrio de la Estación del Ferrocarril, en medio del sonido de las locomotoras y los trenes, buscaban con sus amigos las “chantas” para jugar, en los talleres de los ferrocarriles, que terminaba siendo espacios de aventuras, entre ruedas, rieles, repuestos y demás.
Evocar ese tiempo, es sentir la actividad comercial permanente, la llegada de turistas y productos de la costa, así como ver embarcar grandes cantidades de productos de la sierra, que tenían como destino Guayaquil, todo resultaba interesante para los niños del sector.
Joaquín Huilcarema y Lolita Niama sus padres, vinieron de la parroquia de Yaruquíes y apostaron al negocio en ese sector, pues todo estaba concentrado en las calles Primera Constituyente y 10 de Agosto, según recuerda. “Para entonces la calle Guayaquil era de poca actividad comercial, fue mi padre quien empezó a desarrollar ese espacio, proponiendo un espacio nuevo para las ventas”, explica Bolívar.
Trabajaba con sus padres en un bazar que vendía de todo: ropa, calzado, materiales para costura se vendían todos los productos que se confeccionaban en la fábrica El Prado, eran proveedores de material para los talleres de carpintería, para los sastres y modistas, traían popelinas, franelas, encajes, hilos, botones y muchos productos más.
Se graduó en el colegio Pedro Vicente Maldonado, se recibió como contador y salió para Quito en búsqueda de un futuro, trabajó en almacenes Briz Sánchez, pero luego de un tiempo sus padres llamaron a sus hijos para que se hagan cargo del local, pues sentía que era momento de descansar y empezó otra historia para él y su hermano.
“Si bien habían varios proveedores que llegaban con sus productos, mi padre viajaba a Guayaquil a las fabricas a traer mercadería, se buscaba buenos productos y precios para entregar a los clientes, todo eso aprendimos para administrar luego el negocio”, dice.
Anita Bonifaz Cevallos es su esposa y la conoció cuando ella apenas estaba en la escuela. “Era en un desfile del 21 de abril, mientras me cortaba el pelo miré por el espejo que se detuvo el escuadrón de una escuela y la vi por primera vez, desde allí nació la simpatía y ha sido una historia que permitió formar una familia de la que estoy orgulloso”, dice.
Cuando decidieron casarse, los padres de Bolívar les apoyaron para que se pongan un bazar, en el sitio dónde hoy funciona la ferretería, les entregaron mercadería, empezaron el sábado 13 de abril de hace 50 años, sin embargo los productos que ofrecían no tenían una buena demanda y venían a preguntar productos e implementos de ferretería.
“Nos enteramos entonces que antes de nuestro negocio, funcionó allí una ferretería por mucho tiempo, no tardamos en dar el giro al negocio, en menos de un año habíamos liquidado la mercadería inicial y cambiamos por productos relacionados al mundo de la ferretería”, indica.
Utilizan el nombre comercial El Foco debido a que era una denominación corta, de fácil recordación y de hecho uno de los productos que más se comercializaba en este local. Fueron tiempos de mucho trabajo y buenas ventas, pudieron luego comprar el edificio donde hoy funciona la agencia principal, un cuñado le vendió en 90 mil sucres que fueron financiados por la Mutualista Chimborazo según relata.
“La presencia de la Brigada de Caballería Blindada Galápagos, implicó un crecimiento de la ciudad, vinieron a instalarse 4.000 familias y ese fue un tiempo de abastecer muchas cosas y vender bastante” explica Huilcarema.
El ferrocarril era el medio de transporte para traer la mercadería que llegaba de Quito y Guayaquil, todo era trasladado a las bodegas, eran otros tiempos, antes el agente vendedor traía muestrarios grandes, enseñar los nuevos productos no era fácil, hoy existen catálogos y el internet que cambio la forma de comprar y pedir productos o conocer sus bondades y precios.
En la línea de la ferretería habían pocos negocios, Bolívar Huilcarema recuerda que no pasaban de cinco locales, al suyo se sumaban las ferreterías de las familias: Sánchez, Ubidia, Pino y Paula, ellos atendían desde las siete de la mañana hasta las siete de la noche, cómo vivían en el mismo sitio, era fácil poder empezar desde temprano con la atención de los clientes.
Se trabajaban también de forma permanente con clientes de las diferentes parroquias de Riobamba, quienes llevaban mercadería surtida para poder construir o para pequeños negocios similares. “No es la ferretería más grande, pero sin duda es la más surtida, por ello dicen que si no hay en la ferretería el Foco simplemente lo que buscan no hay”, asegura.
El negocio ha ido evolucionando, se ha implementado nuevas líneas como máquinas y motores, pero siempre con la misma calidez en la atención y brindando asesoría técnica adecuada, que permita, a quien llega a la ferretería, saber las alternativas que tiene, las bondades de los productos, las razones por la diferencia de precios.
Y si bien hoy el negocio lo administra una de sus hijas, Bolívar Huilcarema no deja de llegar al negocio y colaborar, sin las presiones de horario y responsabilidades de antes, pero sabe que en ese local ha pasado mucho tiempo de su vida, ha conocido clientes que han terminado siendo sus amigos y sobre todo es el espacio desde donde ha construido su caminar junto a su esposa y ha marcado la ruta de negocios similares que administran sus hijos.
Las anécdotas:
- La esquina de la ferretería el Foco también la ubicaban porque desde hace muchos años, llega una señora desde Ambato para vender el chocolate en tableta, que da un sabor tradicional a la bebida, siempre le dieron facilidades a ella para poder comercializar el producto.
- Bon Suceso era un equipo de fútbol, constituido sólo por miembros de la familia Huilcarema, al inicio practicaban en la calle y con pelota de trapo, luego en mejores condiciones, jugaban contra equipos como La Salle, El Prado y El Sena. Participaron también en los torneos barriales y en campeonatos organizados en San Luis, Chambo o Guano. “Esas eran las giras internacionales que tenía el equipo” dice sonriendo.
- Le gusta practicar el vóley, los fines de semana juegan en las canchas donde Don Nico, cerca del colegio Edmundo Chiriboga, donde dice hay tres canchas, una de ellas para los sub 60, Bolívar es el volador, la posición que siempre ha disfrutado.
- Hincha confeso del Olmedo, se da tiempo para la práctica de la bailo terapia, le gusta la música de Julio Jaramillo y los Boleros el trio Los Panchos, a quienes pudo ver en el teatro León y claro recuerda que la llegada de Leo Marini tuvo tal acogida, que hicieron una presentación en el estadio Olímpico.
- Dice que siempre disfruta de la comida en su casa “porque es surtida y además puede repetir”, el yahuarlocro es su plato favorito.
- Tiene cuatro hijos profesionales que están en la misma línea del negocio: Fabián, Marcelo, Mónica con un negocio en Quito y Anita responsable del local principal. Diez nietos son parte de esta etapa de abuelo que la disfruta intensamente.
Fuente: La Riobambeñidad
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