Residencia Melita

¿Qué debes saber?

• Ubicado en el cantón Pallatanga. Calle 10 de Agosto y Rocafuerte. Frente a la iglesia del Parque Central.
• Ofrece servicio de hospedaje tipo turístico familiar.
• Los precios del hospedaje por persona oscilan entre $10 y $12 dólares.
• El horario de atención es todos los días.

Más que una residencia, un segundo hogar

Desde 1979, Residencia Melita abrió sus puertas a los turistas que viajaban por los exóticos lugares de Pallatanga. Con más de 40 años de servicio, esta residencia ha llegado a formar un símbolo de referencia en el parque central de las calles 10 de Agosto y Rocafuerte.

Romelia Martínez su propietaria, una vez jubilada quiso continuar con su servicio a la comunidad. La carencia de hoteles en Pallatanga la impulsó a crear su propia residencia. Con el tiempo, sus 8 hijos llegaron a tener un gran aprecio hacia la residencia. 
Actualmente, ellos se encargan de la atención a cada visitante. Su madre Romelia, también llamada Melita está cerca de cumplir 100 años. Lo magnífico de este lugar es el compromiso de cada uno de sus hijos, con la atención al cliente. El cariño hacia el servicio definitivamente es una herencia propia de familia.

Con sus años de antigüedad, los visitantes frecuentes preguntan por Melita, una persona que se ha hecho querer por su gran carácter. Raquel, su hija, nos cuenta una gran anécdota que su madre aún lleva en la memoria y le encanta tanto relatar. Una noche, un joven que se había hospedado en la residencia se equivoca de habitación y entra a la de Melita que se encontraba descansando junto a su esposo. En la oscuridad del lugar, la pareja de esposos le pide al joven que se recueste en una cama pensando que es su hijo. Al día siguiente, todos se levantaron asustados pero el muchacho se sintió tan agradecido porque sintió como que sus propios padres lo acogieron en el frío de la noche.

Residencia Melita se caracteriza por ese amor que nació desde el momento en el que Romelia Martínez lo fundó. Sabía que el servicio hacia el otro nunca va a dejar de ser importante. Ahora, tras 41 años, es evidente que el cariño que le damos a nuestros sueños perdurará por el resto de los días.