Ponchos de Lana en Quero
Ponchos de Lana
Origen
El poncho tiene su origen en épocas prehispánicas, debido a hallazgos como el de la momia de Angualasto, en San Juan, Argentina, así como rastros arqueológicos en las costas peruanas.
Hay teorías que indican que el poncho es una derivación del "tinca" incaico, una especie de chaleco sin mangas con abertura central, que se habría ampliado a túnica para permitir resguardo al andar. El origen del término ha sido muy debatido, la mayoría de autores acuerdan que procede del Kichwa "punchu", otros señalan que podría derivar de la lengua Mapuche "pontro" que significa frazada.
Desde el siglo pasado, el tejido de ponchos y cobijas de lana ha sido una especialidad de artesanos quereños, esta actividad tuvo su mayor auge hacia mediados del siglo XX, decayendo notoriamente en las últimas décadas; mientras en los años 50, la producción de los tejedores de Quero alcanzaba alrededor de mil cobijas semanales.
Tradicionalmente, la producción de la zona se localizó en la cabecera cantonal y en las comunidades de San Vicente y Llimpe, donde han venido desarrollando el tejido de los ponchos, utilizando técnicas pre-hispánicas como el telar de cintura, según estudios este tipo de telar se viene utilizando desde hace 5000 años. Para trabajar en estos telares es necesario fijar un artefacto vertical, ya sea un poste o un árbol, mientras que una faja o correa se coloca alrededor de la cintura del tejedor y con el peso de sus movimientos se van accionando los mecanismos del tejido.
En Quero todavía tenemos la oportunidad de presenciar está antiquísima técnica, Don Pedrito Benalcázar es uno de los últimos tejedores de ponchos junto a su esposa, la destreza la adquirió muy joven, cuando era muy común en Quero el oficio de tejedor. Compagina esta actividad con la de agricultor, debido a que la demanda de los ponchos es muy escasa y solo los realiza bajo pedidos.
Materiales
• Telar de cintura
• Templador, callúa, crucero mayor, crucero menor
• Lanas de borrego
Elaboración
El proceso productivo se inicia con el lavado de la lana. Luego se procede a tinturar la lana, que se realiza únicamente cocinando las pepas del árbol de nogal, la tonalidad e intensidad cambian dependiendo del tiempo de cocción, por ejemplo para sacar el color beige, se deja la lana unos pocos minutos, si se quiere un tono colorado a café obscuro se dejará por mucho más tiempo, hasta llegar a las tonalidades del negro y azul. Cuando se tiene toda la lana teñida y secada, pasa a la urdida, en este proceso el conjunto de hilos se colocan en el telar paralelamente unos a otros para formar una tela. El hilo urdido queda listo para ser dispuesto en el telar, el que está compuesto básicamente de piezas de madera; cargador, envolvedores, pasadores, callúa, trama. La callúa, generalmente de Guayacán, es untada con cera de parafina, el artesano prácticamente sentado sobre un cojín en el suelo, va cruzando la urdimbre y pasando a través de ella, la trama; el hilo pasado paralelamente respecto a la posición del tejedor es apretado con la callúa. La operación se repite hasta obtener la medida deseada.
Para el acabado final, se pasan los "palmares" una especie de manopla artesanalmente realizada en base a unos espinos denominados "cardones", se cepilla vigorosamente el poncho con estos artefactos que son puestos en cada mano, mientras el poncho está suspendido de un cordel, logrando un terminado afelpado y suave del tejido.
Lugares donde se puede encontrar
Barrio de San Vicente.
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