Lita
El eterno choque del agua contra las rocas produce un sonido relajante que invita a zambullirse en los cristalinos y refrescantes ríos de Lita.
En esta parroquia, situada a 95 Km. al noroccidente de Ibarra, en Imbabura, los afluentes son el principal atractivo. “Por esta zona cruzan los ríos Mira, Chuchuví, Lita, Baboso...”, comenta Hugo Aguirre, titular de la Junta Parroquial.
El líquido desciende por los arroyos, que parecen serpientes gigantes flanqueadas por bosques subtropicales.
El ambiente tiene un clima promedio de 25 grados centígrados. Esa geografía es ideal para los turistas que gustan del contacto con la naturaleza.
A más de los ríos se puede disfrutar de cascadas, senderos para caminatas y visitar los emprendimientos de turismo comunitario que existen en la región.
La aventura comienza en la capital de Imbabura.
Puede movilizarse en un vehículo propio o en transporte público. En cualquier caso hay que tomar la carretera Ibarra-San Lorenzo, que se encuentra en buenas condiciones.
Hay varias empresas de transporte de pasajeros que viajan hacia San Lorenzo, Esmeraldas. Entre ellas están la Valle del Chota, Cita, Pullman Carchi y Espejo que cruzan por la parroquia de Lita. Prestan servicio de 05:00 a 20:00. El viaje dura dos horas y el pasaje cuesta USD 2,50.
Los ríos, como el Lita, se han convertido en los destinos preferidos de los aventureros que prefieren el ecoturismo. Hay varias ofertas para los visitantes.
A lo largo de la ruta se puede observar como cambia el paisaje agrícola, desde los sembríos de fréjol y caña de azúcar hasta las parcelas de piñas, naranjas, papayas... A la orilla del camino hay kioscos que ofrecen frutas tropicales a los viajeros.
Finalmente está Lita.
En el centro poblado habitan 3 349 personas. La mayoría son campesinos que alternan las actividades agrícolas con ofertas de hospedaje, alimentación y recreación de los visitantes.
Patricia Pabón es una de esos emprendedores. Es propietaria del Orquideario El Santuario, ubicado en la comunidad de Santa Rita, a 6 Km, de Lita. Ahí los visitantes pueden disfrutar de 500 variedades de plantas entre orquídeas, anturios y calabrios de hermosas formas y colores, que han sido recolectadas en cinco años. La finca esta abierta de lunes a domingo. La visita guiada cuesta USD 1 por persona. Pero si los turistas desean tomar fotografías de esta colección deben pagar USD 3,50. También pueden adquirir plantas.
Otro atractivo es el bosque de frutas tropicales de David Chalacán. Está situada en la comunidad de Palo Amarillo. Hay árboles de productos exóticos como el yafrí, borojó, arazá, madroño, uva de árbol... que comparten espacios con las matas de piña, sandías, naranja, limas... El recorrido dura dos horas y cuesta USD 2. Aguirre explica que hay hosterías, cabañas y pensiones que tiene capacidad para acoger a 100 personas. La tarifa va de USD 6 a 12 por huésped.
También hay infinidad de restaurantes que ofrecen comida variada.
Sin embargo, los visitantes no pueden dejar de saborear los platos típicos. “Aquí lo tradicional es el caldo de gallina criolla con yuca, que vale USD 3. O los secos de pescado, pollo o carne a 2,50”. Así detalla Édison Tobar, propietario del restaurante Señora Inesita e Hijos, instalado al pie de la carretera.
También hay nuevas ofertas para el turista como una mariposario en Guadual y lugares para la pesca deportiva. Sin embargo, los lugares más concurridos durante los fines de semana y vacaciones son los ríos y cascadas, en donde chicos y grandes se divierten.
Historia de Lita
Según el Historiador Monseñor Silvio Luis Haro, obispo de Ibarra, por los años 1500 en lo que hoy es la parroquia de Lita existía una tribu denominada de los “Lliptas”, que quería decir en quechua “agua de maíz”, procedentes del norte del valle del Cauca, Colombia.
Estos eran visitados religiosamente por los Padres Mercedarios a cargo de este corregimiento (La Voz de Parroquia, 1999). Manifiesta que Lita en los 1600 tenía 354 tributarios, de ellos 100 eran bautizados, los demás seguían infieles.
Dependientes de Lita eran los pueblos de Lachas, Quilca, y San Juan del Puntal con una Iglesia atendida por los Mercedarios (Peñaherrera, C., 2001).
La población obligada a trabajos forzosos y penosos a los que no estaban acostumbrados en su vida natural, comenzaron a disminuirse y la peste de viruela que cundió por primera vez entre ellos en el año 1594, los acabo de destruir y desaparecieron por completo dos de los pueblos citados Quilca y San Juan del Puntal (Chical), quedando solo cuatro familias indígenas y algunos pobladores mestizos en el pueblo de Lachas (Peñaherrera, C., 2001).
Desde 1861, Lita formaba parte de la parroquia la Carolina, con su cabecera parroquial en el asentamiento denominado Guallupe. Esta tenía como límites naturales los territorios comprendidos entre los ríos Lita y Amarillo, el río Mira límite provincial con la Provincia del Carchi y al sur con las montañas de Malbuche, Jibia y Cerro Chispo (Plan de Desarrollo Parroquial de la Carolina, 2004).
Lita, comienza su desarrollo a partir de la realización de los estudios de la línea y la construcción de la línea del ferrocarril Ibarra hasta San Lorenzo del Pailón, ejecutado por las compañías ESCOTONI Y CIABE, el estado donó un lote de terreno para la construcción de viviendas y allí realizar la formación del centro poblado.
Por ese entonces en Lita se instalaron trabajadores provenientes de la parroquia Salinas, los cuales delegaron una comisión para la gestión de la construcción de la Escuela Gonzalo Zaldumbide, y la creación de la parroquia.
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