Paradero Ecoturístico Tupac Tambu, comida típica en Mocha
¿Qué debes saber?
- Este restaurante ofrece un contacto directo con la naturaleza, hermosos paisajes, jardines y caminos de piedra, rodean a la casa donde podrás saborear platos típicos de la provincia de Tungurahua.
- Este restaurante ofrece, además: cuyes con zarza, papas con cuero, habas, choclos, mote, fritadas, caldo de gallinas criollas, conejos, y de postre: espumillas y morochos bien acompañados con empanadas de viento.
- Pero su plato estelar, el más famoso y más vendido, que de paso llena de orgullo a los Ortiz es su contundente yahuarlocro.
- Los precios de estos platos van desde los $1.50 a los $7 dólares.
- Cuenta con parqueadero propio y está ubicado en el cantón Mocha, sector Pingilí. Si estas en Ambato, toma la vía a Riobamba, llega a Mocha y de ahí tomas la carretera a Baños por cerca de 1.5 Km.
- Si estas en Cevallos, toma la vía a Riobamba, a 1 km antes de llegar a la panamericana, encontrarás este mágico lugar.
- Atiende los días sábados y domingos desde las 11h00 hasta las 17h00.
Como en la casa de los abuelos
No sabría bien, cómo definir a Túpac Tambu, pues si bien es un restaurante ubicado en la hermosa Mocha en la provincia del Tungurahua, lo cierto es que este lugar me sabe más a la casa de mis abuelos.
Preciosos jardines, conectados por pequeños caminos de piedra, que conducen a piletas, dentro de un paisaje matizado por colinas que parecen estar cubiertas de retazos de telas de colores y la música de la naturaleza llena de cantos de aves y arrullados por el pasar de un rio.
Desde sus jardines se puede observar la majestuosidad de 3 volcanes: el Chimborazo, el Carihuairazo y la mama Tungurahua, que contemplan el esfuerzo de Jacobo Ortiz. Sin dudarlo, Túpac Tambu es más que un simple restaurante.
En idioma castellano, “Túpac” quiere decir “realeza, familia o encuentro”, y eso lo que ofrece esta casa que, aunque moderna, transporta a sus visitantes a otras épocas.
El ambiente familiar de sus salones es quizá el motivo por el cual, familias separadas por la distancia y por el tiempo, de Quito, de Latacunga, de Ambato y de Riobamba, se dan la oportunidad de encontrarse.
O tal vez, buscan de escusa la posibilidad de descanso y reposo que ofrece este lugar y que hace justicia a su nombre, pues “Tambu” en castellano, significa “reposo temporal”. Tal vez, no es lo uno, ni lo otro, sino más bien los sabores del famoso yahuarlocro que se sirve en esa mesa.
A la orilla de la chimenea
Jacobo Ortiz, nació en Mocha allá por 1959, siguiendo la tradición familiar, dedicó su vida al campo, estudio agricultura y se especializó en el cuidado de las abejas. La decadencia de la agrícola y pequeño tamaño de sus tierras, le guiaron hacia otras rutas, para sostener a su familia.
En el 2015, este mochense, abrió las puertas de Paradero Ecoturístico Túpac Tambu, valiéndose de su destreza en la cocina. Él no es chef, pero desde sus 20 años sintió una fuerte inclinación por la cocina.
Muchas personas a lo largo de su vida le ayudaron a perfeccionar su técnica, amigos, empleados que se admiraban al ver su progreso al frente de la cocina. Ninguno de ellos abría apostado a que, en el futuro, su amigo, cambiaría el traje de apicultor, por un mandil de cocinero.
Tampoco su abuelo habría imaginado que ese pequeño nieto que jugaba a la orilla de la chimenea de su casa, décadas más tarde, construiría una chimenea idéntica en medio salón de su restaurante.
Y es que Jacobo, cuando soñaba con su restaurante, pensaba en compartir lo que sintió cuando vivió por muchos años en la casa de su abuelo.
Comida típica de Mocha
La tradición de la gastronomía de Mocha es ancestral, a lo largo de sus calles hay varios restaurantes que ofrecen cuyes, fritadas y hornados.
Túpac Tambu, marca una diferencia, pues agrega a la experiencia gastronómica de Mocha, una experiencia de contacto con la naturaleza que se potencia con los productos orgánicos que se utilizan en su cocina.
Productos que en su mayoría son cultivados en los mismos terrenos del restaurante.
Hoy, cuando Jacobo, cierra las puertas de su restaurante, enciende la leña de su chimenea para recordar, como el aroma del pan de su abuelo, le mostró el camino que seguiría.
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