No Saldrá la Virgen
Leyenda No saldrá la Virgen ...Carajo
Con este grito enardecido el baneño se opone a que la efigie devota de la Virgen de Agua Santa sea llevada a correrías limosneras fuera de su santuario.
No tanto por lo artístico de la figura, cuanto por devoción legendaria, la Virgen constituye inalienable patrimonio para el pueblo que la adora. Los nominativos de: La patrona, La Aparecidita, La Grande, la Principal, son elocuentes expresiones fervorosas.
Ante la efigie sedente entre luces y oro del altar mayor, las gentes no sólo han consagrado su devoción sino que han entretejido leyendas maravillosas entre las que se encuetra la negativa de la Virgen a dejarse sacar de su santuario por personas extrañas.
El baneño es celoso de su tesoro y hace valer sus derechos sobre cualquier pretensión foránea, constituyéndose en el único autorizado para descenderla del trono y llevarla en procesión en las fiestas de mayor solemnidad.
Los extraños no pueden gozar de este privilegio sino cuando son admitidos por su calidad de priostes de mayor categoría, inclusive para el cuidado y limpieza de la imagen debe ser una religiosa dominicana de ancestro baneño.
Se cuenta que en tiempos pasados la efigie fue muy utilizada en recorridos de colectas públicas, no sólo por los pueblos de la sierra sino también de la costa, inclusive alguna vez fue llevada al Perú. Los donativos adquiridos eran siempre abundantes en dinero, joyas, regalos incluyendo heredades.
Los pueblos disputábanse el privilegio de llevarla. Varios de ellos inclusive quisieron detenerla. Por esta razón los baneños acordaron no permitir nuevas salidas, constituyéndose en guardianes permanentes de su estadía.
Esta actitud -cuenta la tradición- fue confirmada por la misma imagen en cierta ocasión en que pueblos vecinos vinierana llevarla. Recuerdan que los nativos al verse impotentes ante la multitud visitante clamaron la ayuda celestial a medida que el gentío seguía llegando a llenar la plaza y el templo.
Sin reparar en ruegos, oposiciones ni amenazas, agresivamente invadieron el altar y sacaron a la imagen de la capilla dirigiéndose en procesión por la calle central hacia el puente del Bascún. Mas el momento de atravezarlo, un peso extraordinario obligó a descansar el anda.
Hasta tanto nuevos forasteros renovaron las fuerzas, pero en el mismo instante tronó la montaña y un aluvión de maderos desgajados y de lodo descendió por el cauce del río poniendo en fuga a los advenedizos.
En los últimos tiempos, las autoridades eclesiásticas dispusieron la salida de la efigie a un recorrido provincial.
El rompimiento de la armonía fue inminente. Diéronse escenas de agresividad entre las autoridades y el pueblo. El problema degeneró en política, idolatría, fanatismo persecutivo contra los sacerdotes y el Obispo dela Diócesis
El desacato fue tornado como preludio de posteriores desgracias y calamidades. Sobrevinieron inviernos prolongados, derrumbes por todas partes y temblores que culminaron con el terremoto de Ambato.
Ante estas manifestaciones los conventuales resignáronse a no contradecir al pueblo. Buscaron nuevas maneras de financiamiento, por sobre todo la fe y la devoción estaban latentes entre romeriantes, agradecidos y devotos. Fue fácil reemplazar a la sacralizada imagen por “la Peregrinita", es decir por una efigíe parecida que hasta entonces permanecía en algún
empolvado rincón del santuario.
- Libro: Leyendas y Tradiciones de Baños
- Autor: Enrique Freire Guevara
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